jueves, 25 de mayo de 2023

Tu prioridad no es mi prioridad

 

En estos días en casa, he tenido tiempo para reflexionar sobre muchos temas. Uno de ellos es la insensibilidad y el egoísmo del ser humano. No me canso de repetir que no hemos aprendido nada durante el tiempo de pandemia. Hemos llegado al punto que no nos importa lo que el otro siente o padece. Me atrevería a decir que estamos en la era del yo primero, yo segundo, yo tercero… ¿Te has dado cuenta de que tu prioridad no es precisamente la prioridad del otro?

Hay muchos por ahí que se creen que son el centro del universo. Para ellos no existe nada más que ellos mismos. Viven de tal manera que parecen estar encerrados en una urna de cristal. Su problema es el único que existe. A veces me avergüenza el egocentrismo de la gente. El no tener la sensibilidad de preguntar cómo estás o necesitas algo me horroriza. ¿Cuándo nos daremos cuenta de que nuestras prioridades no están en sintonía con la prioridad de la otra persona? ¡Señores! ¿Dónde ha quedado la empatía de los seres humanos?

¿Cuándo aprenderemos que nuestra prioridad no es la prioridad del otro? Porque ese otro también tiene un problema y su “universo” también se siente abatido por las dificultades de la vida. Aprendamos a preguntar cómo está la otra persona cuando busquemos su ayuda. ¿Has sido recíproco con esa persona cuando te ha necesitado? ¡Póngase en su zapato! ¡Deje de ser egoísta! No es usted el centro del universo. Siga la máxima del primer mandamiento: “Amar a tu prójimo como a ti mismo”. Esa es la regla de oro para mantener buenas relaciones en la vida.

El primer capítulo de mi libro “Respondiendo al llamado de Dios, cuarenta reflexiones para descubrir tu misión de vida” se titula precisamente “No soy el centro del universo”. Cuando tenemos una vida centrada en Dios, nos sensibilizamos más con los hermanos.

Agradezco a las amistades que han estado siempre cercana con sus oraciones y sus atenciones. A ellos les digo que sus prioridades serán siempre las mías. ¡Gracias! 

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martes, 16 de mayo de 2023

La amistad se cultiva

 

Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”. Así dice la hermosa canción que cantaba Alberto Cortez. Hoy reflexiono sobre esta canción y, pienso en todos esos amigos que he dejado en el camino. Todos han estado en mi vida en el momento correcto y perfecto. En el momento que el Señor decidió enviarlos a mi vida. ¿Por qué tenían que estar ahí? Solo Dios sabe, pero estoy segura de que fueron una bendición para mi vida. Hoy, doy gracias a aquellos que pasaron por mi vida dejando una huella. Como también agradezco a esos amigos que, hoy, están presentes. Ustedes dan color y alegría a mi vida.

Mis amigos son como hermanos que me ha regalado la vida. No son hermanos de sangre, pero nos une un lazo de fraternidad. Considero que la amistad implica complicidad, amor, respeto y perdón. La amistad pierde su autenticidad cuando no hay sinceridad y se ocultan verdades que, al descubrirse pueden quebrantar la amistad. 

En ocasiones, los amigos deben separarse y seguir el curso de vida. Separados a distancia y unidos en el amor. En este caso, los amigos son como almas gemelas que se encuentran, pero que su destino es seguir sus caminos separados. Esta es la mejor decisión para ellos porque, una vez juntos pueden causarse mucho daño.

Cualquiera que sea la relación de amistad que tengas con tus amigos, respeta, corresponde, ama y perdona. Recuerda siempre lo que nos dice Proverbios (18,24): “Hay compañeros que llevan a la ruina y hay amigos más apegados que un hermano”

En mi libro “Respondiendo al llamado de Dios, 40 reflexiones para descubrir tu misión de vida”, hablo sobre el valor de la amistad y como ha de cultivarse para que perdure para siempre. En mis días de soledad he encontrado en Dios ese amigo que nunca falla.


Ana Yaheli 

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jueves, 4 de mayo de 2023

Detrás del Rolls-Royce un villano bueno



 El título de este artículo te puede parecer algo contraproducente. Quizás te estés preguntado  cómo puede ser bueno un villano. Es que hay villanos y... villanos. Esos que andan por el mundo haciendo maldad y aquellos que se disfrazan de villanos para caracterizar a un personaje. De estos últimos es a los que me refiero cuando hablo de Roberto Palazuelos.

 Un villano que se ha sabido ganar el amor del público a golpe de trabajo y de esfuerzos. Muchos pensarán que es un tipo arrogante y creído, pero el galán de telenovelas está muy lejos de ser un villano en la vida real. Su carácter cordial y amable hace que sus fans lo adoren. Aun las nuevas generaciones lo admiran. ¡No le estoy diciendo viejo! Todavía es un mango al que se le puede hacer daño. Recuerdo en una ocasión, como un joven se le acercó para saludarlo y en inglés le dice: “Mi mamá me crió viendo sus novelas, siempre lo he admirado”.

 El diamante negro, como se le conoce, es una piedra preciosa para descubrir. Sencillo y con buen sentido del humor no le importa romper la etiqueta en la mesa o simplemente servirte de Uber. Él es simplemente Él. Lo que hace que cualquiera se sienta cómodo al lado de este villano tan buena gente. Para lo único que si usa sus armas de villano es para devorar un sabroso arroz con pollo a la cubana. ¡Atentas cubanas, también usa guayaberas!

 Empresario, buen padre, ahora incursionando en la política, ha preferido dejar el mundo de las novelas para dedicarse a su país. A la pregunta de por qué quería incursionar en la política, su respuesta fue muy simple: “Porque amo a mi país. Hay muchas cosas que están mal en México”. Lo que nos demuestra que lo que ves no siempre es lo que parece. Corriendo la extra-milla, Palazuelos es un villano a todo dar.

Ana Yaheli 

“Otro año de unidad en La Caridad”

Foto: Nelber Gonzalez Nuevamente, como cada año, nuestra madre del cielo sale a visitar a sus hijos. Literalmente, Cachita, como la llamamos...