Hace unos días me encontraba en un centro comercial en compañía de un
grupo de ancianas que han vivido lo suficiente como para decirte qué estás
haciendo mal con tu vida. Me cautivó la pureza e inocencia de una de estas
bellas damas al hacerle ver a una joven lo descuidado en su vestir. Lo que me
hizo reflexionar hasta qué punto la moda desafía normas.
La joven llevaba jeans rotos, con todas sus piernas al descubierto.
Estilo que está muy de moda, pero que a los ojos de alguien que ha vivido casi
un siglo, con sus noventa y siete años, es algo inapropiado e inusual. La anciana
solamente le dijo, con voz dulce: “Discúlpeme, al parecer se le ha roto el
pantalón.” Todos reímos al escuchar aquel inocente llamado de atención,
incluyendo la amonestada.
Reflexioné, entonces, sobre la influencia que tuvo Coco Chanel en el
mundo de las pasarelas. El icono de la moda del siglo XX fue capaz de imponer
su propio estilo, desafiando los códigos de vestimenta y conducta de su época.
Las mujeres tuvieron la oportunidad de llevar, con elegancia, faldas que
revolucionaron las pasarelas. El buen vestir no incluía el desnudo.
La moda de nuestros días provoca
y cuestiona el buen gusto al vestir. No hay que mostrar lo más íntimo para
estar a la moda. Hemos olvidado hasta los protocolos al vestir pensando que
podemos ir medio desnudos hasta para la iglesia. La desnudez al vestir ha
llevado a la extravagancia. Al respecto, Chanel decía: “La simplicidad es la
clave de la verdadera elegancia.”
Ana Yaheli
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